jueves, 7 de mayo de 2015

UN TEATRO BELLO Y CON HISTORIA


Las influencias culturales europeas y de otras regiones del mundo, hacen su ingreso a Colombia básicamente por Cartagena de Indias, dada su condición de puerto de primer orden en tiempos de la colonia. El teatro no fue la excepción.

Así se explica cómo a finales de este período y hasta bastante entrada la mitad del siglo XlX funcionó el Teatro del Coliseo, en el sector amurallado, dando origen al nombre de la calle hasta nuestros días.

En el Coliseo, según cuenta el historiador Moisés Álvarez Marín en su trabajo sobre el Teatro Heredia, se presentó en 1,838 la Compañía de Eduardo Torres con obras de autores locales de títulos ostentosos como “Aurelia o la toma de Constantinopla por Mahomett II” del General Juan José Nieto, sobresaliente figura política de la época.

Se había hecho una realidad el amor de los cartageneros por el drama, la comedia, la tragedia, la ópera… Así lo demuestran los datos históricos pues en El Coliseo el 20 de diciembre de 1,857 se presentó la ópera “La hija del Regimiento” primera función operática en Colombia, según cuenta Rafael Ballestas Morales en su libro Cartagena de Indias – Relatos de la vida cotidiana y otras historias-. Por allá en 1.874 en este mismo lugar se construye el Teatro Mainero y se inaugura con la ópera “Hernani” de Giuseppe Verdi presentada por la Compañía Lírica Italiana. ¡De lujo!

Era un espacio muy incómodo y el público numeroso. El deseo por tener un escenario digno de los espectáculos que ya se presentaban, tuvo que esperar casi treinta años.


Las ruinas de la capilla de La Merced, construida en el año de 1.625 sirvieron de base, utilizando las tres naves, para la construcción de tan anhelado teatro.
Al cartagenero Luis Felipe Jaspe Franco se debe el hermoso diseño de estilo italiano y con influencia caribeña. Se inauguró con gran solemnidad el 13 de noviembre de 1.913 en el marco de las celebraciones del centenario de la independencia de la ciudad, con unos Juegos Florales, como le decían los cartageneros a los concursos poéticos musicales de la época. Se le llamó entonces Teatro Municipal, luego Heredia y hoy Adolfo Mejía.


Jaspe había visitado los Teatros Tacón de la Habana y Reina Emma de Willmstad, Curazao, según dice la tradición oral, en ellos se inspiró. No era arquitecto, pero como el mejor de ellos, incorpora en el diseño de los palcos, celosías caladas con efecto de encaje, escaleras en mármol blanco de carrara que llegan de Italia por vía marítima, los adornos en yeso recubiertos en oro de 22 kilates, el Escudo de la Independencia que corona el escenario y la gran pantalla de cristal de murano en el techo.



Todo en su diseño es digno de ser apreciado: Su fachada de estilo ecléctico con las cuatro musas del arte: Clíope, Talía, Terpsícore y Euterpe, musas de la poesía, la comedia, la danza y la música, respectivamente, acabadas en mármol italiano, también el “foyer”, los camerinos, pasillos…

A Jaspe se deben muchas obras en la ciudad, entre ellas la Torre del Reloj, icono de la ciudad, el Mercado Público – hoy desaparecido-, los parques del Centenario, Fernández de Madrid y Bolívar, el trazado y diseño del barrio Manga y varias más.


El teatro fue magníficamente restaurado por diversas entidades que trabajaron en ello desde 1.970, con prolongados recesos y en 1.988 se reinaugura con la presentación de la soprano colombiana Martha Senn. El maestro cartagenero Enrique Grau pintó en el cielo raso las nueve musas del arte y en el telón de boca, los monumentos de la ciudad lloviendo sobre la ciudad antigua, acompañados de una mano, que entrega un gran ramo de flores típicas de la región. El escenario cuenta con veinte y cuatro barras mecánicas para el manejo de la tramoya, como se usa hoy en los grandes teatros del mundo. Se dotó de aire acondicionado y todas las técnicas modernas de sonido y alarmas contra incendio.


Imposible dejar por fuera algunas anécdotas sucedidas en sus inicios y algunas curiosidades, como por ejemplo, los dos palcos que existieron para uso de familias de reciente duelo, cubiertos con celosías que evitaban que sus ocupantes fueran vistos. ¡Esos lutos rigurosos de entonces! También cuando en la presentación del tenor Hipólito Lázaro, el pueblo acudió en masa a escuchar su portentosa voz interpretando Aída, de Verdi y llenó la vecina Plaza de la Merced o cuando el tenor Tita Rufo, recibió de jóvenes poco informados, ramos de flores, pensando que se trataba de alguna diva italiana.


Ver espectáculos en el Teatro Adolfo Mejía, se convierte en una experiencia difícil de olvidar, por el recinto lleno de belleza y armonía, además de sus condiciones técnicas y por los eventos que se presentan, la mayoría son muy buenos y a veces gratuitos.

Hoy el teatro se constituye en un espacio cultural importante, un edificio de valor artístico y arquitectónico y es una joya del centro histórico de Cartagena de Indias.

Cómo llegar:
Dirección: Centro, Plaza de la Merced
Para ingreso: Calle de la Chichería # 38-10
Tel. * 57 (5) 664-60-23

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viernes, 1 de mayo de 2015

LA MINA CASI DESCONOCIDA DE SANTA CATALINA


Mis pasos hoy me conducen nuevamente por el Centro Histórico, deseo llegar hasta el Baluarte de Santa Catalina, uno de los sectores más interesantes del cordón de murallas. Como es habitual por las tardes, camino por la vieja Cartagena, son las cuatro y media, hora ideal pues el sol se va poniendo y el calor es más soportable.

Para llegar al sitio que persigo existen tres caminos posibles: 1) Subiendo la explanada de La Reculá del Ovejo que conduce al Baluarte de San Lucas y luego continuando por el Baluarte de Santa Catalina, 2) Viniendo del Baluarte de Santa Clara por encima de Las Bóvedas. 3) Por la rampa situada a un lado de las Bóvedas. Me decido por ésta última.

Asciendo por la rampa hasta las troneras donde me recibe la brisa fresca de la tarde, busco la rampa que baja hasta la mina, la encuentro iluminada por reflectores de piso y podemos decir que se ve bella por las luces y las sombras sobre sus muros. Siempre me sucede lo mismo  cuando visito este lugar, se atropellan los pensamientos cuando los recuerdos brotan sin tiempo y espacio. Trato de darles un sentido.


En su orden, trabajaron en la construcción de este tramo de murallas, Bautista Antonelli y Cristóbal de Roda y luego la intervinieron Francisco de Murga y Juan de Herrera y Sotomayor, ingenieros militares todos ellos. Se iniciaron los trabajos de construcción por allá en 1.617.

En abril del año de 1.996, la Sociedad de Mejoras Públicas restauraba el Baluarte de Santa Catalina, en esas estaban cuando los obreros descubrieron este espacio. El arquitecto Augusto Martínez Segrera que dirigía los trabajos aseguró al periódico El Tiempo, que la mina tenía el mismo tiempo que las murallas y que era un descubrimiento histórico de la mayor importancia.


La mina descubierta cuenta con 15 metros de largo, además dos bóvedas y un gran aljibe. Fue utilizada para refugio de los soldados. Mientras se desarrollaba la exploración arqueológica, dentro del Plan Maestro de las Fortificaciones en el mismo año de 1.996, se recupera la poterna o puerta de socorro, las bóvedas y también la rampa de acceso.

En su interior, se descubrieron en regular estado, cerámicas, algunas armas, botellas, balas de cañón y algunos otros elementos dañados por el tiempo y el salitre.


Pero existe un hecho menos conocido tal vez, que la propia mina: La viuda del  cartagenero Dr. Rafael Núñez, presidente de Colombia en tres oportunidades, Doña Soledad Román de Núñez, temerosa de que la tumba fuera profanada por los enemigos de éste, decide trasladar con la ayuda de unos amigos, los restos de su esposo desde el vecino mausoleo en la Ermita del Cabrero, a las entrañas de la muralla pues muy pocos sabían de la existencia de la mina o al menos de una parte de ella. Así lo hicieron y solo volvió a la Ermita cuando los ánimos se calmaron.


En este lugar funcionó por un tiempo el Museo de las Fortificaciones. En nuestros días el transito se habilitó de 8 a,m. a 6 p.m. para permitir la comunicación del Centro Colonial con El Cabrero, barrio vecino que alberga la Casa Núñez y el mausoleo en La Ermita de Nuestra Señora de las Mercedes como habíamos dicho.

¿Cuántas más sorpresas nos tendrá deparadas Cartagena de Indias en el interior de sus murallas y fuertes?

Cómo llegar:
Plaza de las Bóvedas.
Subiendo la rampa del lado derecho

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