Lo primero que divisaban los galeones en mar abierto, antes de
su llegada a Cartagena de Indias, era La Popa de la Galera, llamada así por los
primeros conquistadores que en 1.510 pasaron cerca y les pareció el cerro como
una inmensa galera volcada, y la cima, la popa de la misma… Seguramente este
cerro fue para los navegantes de ese entonces como un faro a plena luz del día.
Para algunos debió ser un anuncio de esperanza para la vida en
el Nuevo Mundo, para otros de impotencia y angustia ante la humillación y la
esclavitud, de expectación para los que venían ávidos de riqueza y poder, un
reto alegre para los que venían con valor y entrega a dar lo mejor de sí para
dar a conocer el Evangelio…
Pero vayamos a la historia que nos atañe. Al inicio de los años de 1.600, en el
Desierto de la Candelaria, cerca de la población de Ráquira en el hoy departamento
de Boyacá, Colombia, cuentan que en el Convento de los Agustinos, Fray Alonso
de la Cruz Paredes, recibió en sueños un mandato de la Santísima Virgen María.
Le dijo: Quiero que erijas una capilla en mi honor en lo alto de la colina que
domina la bahía de Kalamarí, a lo que el Fraile contestó: “Mater Gloriosa et Benedicta.”
Luego de penoso viaje llegó a Cartagena acompañado de dos
frailes más. No le fue difícil descubrir el sito, pues el cerro de La Popa de
la Galera es el punto más alto sobre la bahía.
Decían que en la cima del cerro se realizaban aquelarres y
ceremonias paganas en honor al demonio, que en sus apariciones se hacía llamar Urí. Un becerro de oro puro al que llamaban
Buziraco era imagen de culto para esclavos fugados de sus amos, indios y
cimarrones, liderados por el mestizo Luis de Andrea de quien se dice que
terminó sus días condenado por la Inquisición en 1.613. En el Archivo Histórico
de Madrid se encuentra el acta de sentencia que cito por interesante: … “se
condena a ocho años en galeras de España, cárcel perpetua en Cartagena y hábito
penitencial de sanbenito con las aspas coloreadas y coroza. Que los días de fiesta
vaya a la iglesia mayor a oír misa, sermón y procesión… y que se confiese y
comulgue”
Cartagena vivía entonces sobresaltada y llena de temor por la
presencia de la Inquisición y las historias de brujas, hechiceros y mohanes,
especialmente cuando ya las sombras cercaban sus calles y tejados. Mientras en
La Popa, tambores y cantos con sonidos tenebrosos acompañaban los rituales del
aquelarre que a veces se escuchaban hasta en la misma ciudad.
El fraile se entrevistó con el obispo Juan de Ladrada y este le
facilitó unos pocos valientes que acompañaron a los tres agustinos a la cima…
Luego del penoso ascenso por entre la maleza, llegaron a lo alto del cerro ya
de noche, allí encontraron un cuadro aterrador: En un bohío al que no penetraba
la luz hallaron al demonio Urí y a sus seguidores. El fraile imbuido del poder
de Dios, arrojó por el despeñadero que hoy se conoce como Salto del Cabrón, al
demonio y al Buziraco de oro. La leyenda llega así hasta nuestros días.
Era el año de 1.606. La construcción se inició enseguida y luego
de siete años con un costo de 15.000 ducados donados por los
cartageneros, una suma considerable para la época, se terminaron la capilla y
el convento. Dicen que en su campanario se encendía una gran fogata para
orientar a los navegantes.
Cuenta el sacerdote Pedro Antonio Revollo que durante la
colonia, el Convento fue atacado dos veces: Cuando lo asaltaron los piratas
Pointis y Ducasse, quienes robaron ornamentos y alhajas que habían sido donadas
a la Virgen por los devotos y en 1.741 el también pirata Vernon, de origen
inglés, cuando sitió la ciudad, lo despojó de todo lo de valor que encontró en
él.
Y este otro hecho del que fue testigo el cartagenero Don Lino de
Pombo, quien luego fuera político destacado. Cuando se sucede el sitio de
Morillo a Cartagena, el capitán español Maortúa en el intento fallido de
tomarse La Popa, grita ¡Viva el Rey!, a lo que al aguerrido criollo Piñango
gritó antes de darle muerte, “… no estando Piñango en La Popa”
La devoción a la Virgen creció con el tiempo y el día dos de
febrero de cada año es sacada la imagen de la capilla y bajada, luego del
novenario, en solemne y concurrida procesión hasta la Ermita del Pié de la
Popa. A estas festividades dedicaremos crónica especial.
Pocos de los que miran hoy hacia la cima recuerdan estos episodios
y solo los piadosos que visitan el convento y la capilla con la imagen de la
Virgencita Morena de las Candelas reconocerán en ella a la madre amorosa que
nos bendice y protege…
A muchos nos produce una profunda emoción, como cuando un hijo
se reencuentra con su madre…
Cómo llegar:
Taxi o consultar en los puntos de información
de la Corporación de Turismo de Cartagena.
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