Cuando llegamos a un lugar en plan turístico, siempre o casi siempre, buscamos los productos típicos para llevarlos de recuerdo o para regalos. Pues bien, en Cartagena de Indias, entre el baluarte de Santa Catalina y el de Santa Clara, se encuentran Las Bóvedas, una edificación construida en la época de la colonia para uso militar, en ellas se almacenaron pólvora, víveres y pertrechos. Ya en la Independencia se utilizó como cárcel. Hoy día alberga básicamente almacenes de artesanías.
Estos cuarenta y siete arcos de medio punto y veinte y cuatro
bóvedas diseñadas por el ingeniero militar Antonio de Arévalo, completaron el
cerramiento del recinto amurallado de la ciudad por allá en 1.796.
Lo primero que llama la atención es lo armonioso de su
arquitectura y sus colores amarillo y blanco. Las artesanías cuelgan de las
puertas con sus llamativos contrastes de tintes, formas y texturas.
Al ingresar a la bóveda # 9, sorprende la cantidad de artículos en exhibición y el rostro sonreído de Doña Petra Villalobos Jiménez, propietaria del almacén Variedades el Artesano. Nos recibe con su apariencia reposada. Se adivina en ella la serenidad y sabiduría que dan los años… Es suave y gentil. Habla lento y con claridad, casi como si dibujara una acuarela con las palabras mientras cuenta las historias de su negocio, de su vida…
“Empecé en este sitio con juegos infantiles, adoro los niños, ellos son el futuro y la raíz de nuestro pueblo, pero no prosperó. “ Su mirada se queda como recordándolo todo… “Ya había firmado contrato y tenía que responder por el local. Una amiga me sugirió las artesanías y comencé con una inversión de $ 300 pesos, compré vajillas de barro cocido, maracas, abanicos de palma…” ¡Eso hace cuarenta y cuatro años!
Un contacto llevó a otro contacto y así se fue convirtiendo en una experta en el tema, hoy en su almacén vemos artesanías de San Jacinto, Tuchín, Morroa, del departamento de la Guajira y muchas otros lugares de la Costa Atlántica pero también de Pasto y los departamentos de Caldas y Cundinamarca… “Colombia está aquí representada y últimamente también nuestros hermanos de Perú y Ecuador.”
Se entusiasma cuando nos dice: “Disfruto inmensamente al ver la
emoción y la felicidad, principalmente de los extranjeros cuando adquieren las
artesanías. Se van dichosos.” Canadienses, estadounidenses, italianos,
españoles, alemanes, británicos, argentinos, japoneses y muchos de otras
nacionalidades.
En Doña Petra el arte hace parte de su formación académica, no
en vano estudió y se graduó en Arte Dramático en la Escuela de Bellas Artes de
Cartagena. “El teatro me permitió conocer a la gente, acercarme a ella. Allí
también me enamoré de las Artes Plásticas, del hombre en su proceso creativo,
de la estética y la belleza” Dice que le encanta el intercambio cultural que su
negocio le ofrece, es una “retroalimentación cultural permanente” con gentes de
otras regiones y de otros países. “Mire que estudié inglés becada en el Centro
Colombo Americano, así superé barreras.”
Doña Petra cuenta que sorteó momentos muy difíciles, no siempre
llegaban turistas y era una lucha atraerlos. “No existían en el país políticas
que apoyaran al artesano y no se daban cuenta que las artesanías llevan patria
por el mundo.” En esas épocas difíciles le ocurrieron varias situaciones que
hoy son simpáticas anécdotas: “Un señor necesitaba un sombrero vueltiao –el
típico de caña flecha- pero le quedaba pequeño y yo traté haciendo fuerza de
acomodarlo en su cabeza y fue tanto el esfuerzo que el sombrero se desbarató”
Ríe y se adivina algo de penosa nostalgia en su mirada… y continúa contándonos
“ Un señor de baja estatura quería una guayabera –típica camisa bordada - pero
le quedaba larga, pues cogí las tijeras y la corté, luego aguja e hilo y ya
está” El señor me dijo: “Se la compro porque usted es muy insistente.”
Esta luchadora que se confiesa gran lectora de todo lo que tenga
relación con el arte, es dueña de una gran sensibilidad. En una oportunidad
llegaron sordomudos a su almacén y no pudo ayudarlos así que… “Aprendí letras
de mano para comunicarse con ellos”
Doña Petra ha viajado mucho por Colombia, también por Italia,
México y Estados Unidos… Y nos cuenta que vivió de niña en el barrio que quedaba adosado a la parte de atrás de Las Bóvedas por donde hoy
pasa la Avenida Santander. “Estaba destinada a vivir en este sector.” Quiere
que su hija Galia Cortés y su nieta Catherine le sigan sus pasos en este
quehacer…
Ya para despedirnos le digo que es un ser humano maravilloso y nos
dice: “Dios nos hace instrumentos de Él, pero no nos deja llevarnos nada
material, solo los logros en el espíritu.”
Cómo llegar:
Plaza de las Bóvedas, Las Bóvedas, local 9
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